Las autoridades británicas inundaron las calles de Londres con 16.000 oficiales de policía, la mayor presencia policial en la historia de la ciudad.

El Primer Ministro Británico David Cameron interrumpió el receso de verano del Parlamento para ocuparse de los disturbios.

Al recorrer uno de los vecindarios damnificados, el alcalde de Londres Boris Johnson se negó a vincular los disturbios a la pobreza y el racismo.

Johnson dijo: *“Es hora de que dejemos de escuchar todas esas tonterías sobre las profundas justificaciones sociológicas para la delincuencia desenfrenada y la destrucción de las propiedades de la gente. Sin importar las reivindicaciones que la gente pueda tener, eso no justifica el destrozo de los comercios de la gente, ni la destrucción de sus vecindarios, ni dejarlos sin trabajo. Esa no es forma de comportarse, esa no es la forma de lograr la recuperación económica de esta ciudad”*.

Mientras tanto, una investigación policial determinó que Mark Duggan, el hombre negro de 29 años de edad cuya muerte detonó los disturbios, no disparó a los oficiales de policía antes de que éstos le efectuaran los disparos que le causaron la muerte.