Ernesto H. de Casas, Madrid, agosto 012

Aquí va la sonda con un artefacto robotizado rauda como el viento, o más, hacia Marte, todo un ingenio
tecnológico para encontrar respuestas en otro planeta. Llegará mañana y nos comenzará a transmitir cosas.
El Curiosity se acerca ya a Marte y con pronóstico de buen tiempo, tiene previsto aterrizar sobre el planeta
rojo a las 05:31 GMT del lunes. Prodigio técnico se lanzó el 26 de noviembre de 2011, o sea lleva tiempo
viajando en solitario con fijo destino, llevando una misión programada para dos años, su diseño y equipo
está dispuesto para investigar si Marte es, o lo ha sido alguna vez, capaz de albergar formas de vida.

Los científicos se preguntan ¿Qué es la vida? ¿Cómo se produce y se mantiene? y si la hay en otras partes
del Universo, aun en distintos estadios y uno de esos puede encontrase en Marte. Hacia allí con un
robot enviado en un cohete que se juega el tipo en sólo 7 minutos de ‘amartizaje’, pues debe disminuir
considerablemente la velocidad para llegar y posarse bien. Todos pendientes y optimistas, pues la hazaña ya
se ha hecho antes

El ‘Curiosity’ es el artefacto que va ultra limpio para evitar cualquier posible contaminación biológica
de Marte, ya que estos artefactos espaciales deben cumplir escrupulosamente con estrictas reglas
internacionales de protección planetaria.

En el mismo se instala uno de los censores meteorológicos del experimento REMS que es aportación de los
investigadores españoles a la misión. Según NASA/JPL-CALTECH

Así el desafío, pues si se va a buscar vida en otro mundo, lo primero que hay que hacer, por suma
precaución, es tomar medidas para no introducir ningún microbio propio en ese mundo, durante las fases de
prospección; no vaya a ser que después se encuentren rastros de organismos vivos y resulten ser de origen
terrestre, porque fueron como polizontes en alguna sonda espacial. En la NASA se toman esto muy en serio,
así, cada pieza que forma parte del vehículo Curiosity y todo el sistema de descenso en la atmósfera de
Marte, se someten a diversos procesos de esterilización antes su lanzamiento; cumpliendo con la normativa
internacional, evitando con ello cualquier tipo de contaminación biológica posible de los cuerpos celestes. Es
decir, los aparatos van ultra limpios por dentro y por fuera.

Según ha informado la NASA, tanto el vehículo, el paracaídas, como la estructura de descenso en el otro
planeta no podrían portar, en total, más de 300.000 esporas bacterianas, y un máximo de 300 esporas por
metro cuadrado (impidiendo esto que haya una carga biológica concentrada en un punto dado). Veamos lo
que esto significa: los equipos de la misión Mars Science Laboratory, todos ellos, no pueden llevar más de
500.000 esporas, lo cual es una décima parte de las esporas que hay en una cucharilla de agua de mar. Tales
son las estrictas normas seguidas por la agencia espacial, cumpliendo con el Tratado del Espacio Exterior, de
1967, donde se estipula que la exploración planetaria ha de hacerse evitando toda contaminación nociva de
los cuerpos celestes. Tal regulación se centra especialmente en las esporas bacterianas dado que pueden
sobrevivir inactivas en condiciones extremas y luego proliferar.

La NASA tiene un equipo específico dedicado a controlar la salida al espacio de las misiones cumpliendo
con estos requisitos de ultra limpieza, hacen análisis continuos para verificar que todo el material cumple la
normativa de carga de esporas mencionada.

Además la misión MSL también se atiene a la norma de no dirigirse a ningún lugar en Marte donde se sepa
que hay agua (líquida o helada) como mínimo a un metro de profundidad. Esto es por si falla el aterrizaje,
pues en el accidente se podrían introducir en el suelo fragmentos de los equipos que, si no estuvieran
debidamente esterilizados, llevarían microbios terrestres capaces tal vez de proliferarían en las condiciones
de humedad allí y con la ayuda del calor producido en el generador de radioisótopos del Curiosity. Esto no
se nos ocurre a las personas comunes, simplemente con que un sofisticado aparato vaya y llegue y tome
muestras ya sería suficiente, pero no es así, hay que ser muy precavidos.

Además, nos dicen que “es más difícil aterrizar en Marte que en la Luna, por la atmósfera” y si se encuentran
indicios de vida en el planeta rojo, habría que traer las muestras a la Tierra para analizarlas y confirmarlo.
Todo otro desafío técnico.

Este lunes el descenso en el suelo de Marte, que el robot Curiosity de la NASA intentará hacer, es una
pesadilla para los ingenieros, dada su enorme complicación. “Es que es mucho más difícil aterrizar en Marte
que en la Luna, porque el planeta tiene una atmósfera suficientemente densa que hay que tener en cuenta,
mientras que en la Luna no”, explican los expertos, que destacan que, en la exploración planetaria, es menos
complicado colocar un satélite en órbita de otro cuerpo celeste que poner un equipo en su superficie, esto
es muchísimo más difícil, y hacer que este se desplace, aún más

Curiosity tocará la superficie de Marte cuando se encuentre a unos 248 millones de kilómetros de la Tierra,
y será el final de su viaje de más de 565 millones de kilómetros. El explorador viaja a 12.800 kilómetros
por hora y se acelerará cuando esté dentro de la órbita de gravedad del planeta alcanzando los 21.200
kilómetros por hora. Una vez en la atmósfera de Marte, cien veces menos densa que la de la Tierra,
empiezan los llamados «siete minutos de terror» por su complejo y delicado descenso sobre Marte, ya que
el entonces no se frena por la fricción atmosférica, no es suficiente; por lo cual a unos 11 kilómetros de la
superficie marciana, casi nada en comparación, se desplegará el paracaídas supersónico de 16 metros de
diámetro, el más grande que haya construido la NASA.

Momento en el que el paracaídas, de unos 45 kilogramos de peso, estará sosteniendo una fuerza de 29.500
kilogramos, y la velocidad de descenso se aminorará a unos 320 kilómetros por hora. Al estar la cápsula a
unos 8 kilómetros del suelo se soltará el escudo térmico, con forma de tapa de una sartén invertida, dejando
al descubierto la «panza» del vehículo, desde donde las cámaras tomarán imágenes de alta resolución, y un
radar ayudará en la navegación hasta el punto elegido para el descenso. Los ocho cohetes en los ángulos del
aparato seguirán frenando la aproximación y se descolgará con una grúa. Así la peripecia prevista de este
colosal artilugio.

De modo que estaremos pendiente del minucioso ‘amartizaje’ del próximo lunes y lo que continua a partir
de ahí.